La Franja de Gaza enfrenta una nueva amenaza que va más allá de la devastación bélica. El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha propuesto un plan que busca transformar el territorio palestino en un enclave privatizado, eliminando cualquier vestigio de soberanía y reconfigurando su futuro bajo una lógica de negocios inmobiliarios. Acompañado por el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, Trump reveló esta iniciativa el 4 de febrero, en lo que parece ser un nuevo capítulo en la reconfiguración geopolítica de Medio Oriente.
Un enfoque inmobiliario sin fronteras
Donald Trump, con su historial como magnate de bienes raíces, aplica su visión empresarial a la política exterior. Su propuesta para Gaza se asemeja a un megaproyecto urbanístico en el que la tierra devastada por años de conflicto es vista como un recurso sin dueño, listo para la inversión y la explotación comercial. Esta idea no es nueva en los círculos ultraconservadores de Estados Unidos. Curtis Yarvin, ideólogo de la extrema derecha y cercano al vicepresidente James Vance, ya había sugerido la expulsión de la población palestina y la transformación del territorio en una zona sin restricciones jurídicas.
El objetivo final parece ser la desaparición de Gaza como entidad política y su conversión en un enclave económico bajo control privado. La devastación causada por los bombardeos israelíes, que según la ONU han destruido 170.000 edificios y desplazado al 95% de la población, serviría como excusa para justificar una reestructuración basada en el lucro.
Gaza, Inc.: una ciudad privada con respaldo estadounidense
Un informe de la publicación francesa Le Grand Continent titulado Gaza Inc.: la influencia oculta detrás del plan de Trump describe la lógica de esta iniciativa: “Estamos hablando de 360 kilómetros cuadrados de tierra en la costa mediterránea, libres de cualquier título, demolidos y listos para la inversión con un costo de unos 10 mil millones de dólares. Este territorio se convertiría en la primera ciudad con estatuto especial respaldada por la legitimidad estadounidense: Gaza, Inc.”.
Este modelo sigue el esquema de “ciudades charter”, donde empresas privadas asumen el control de la administración y el desarrollo urbano, desplazando a la población original y reemplazándola por nuevos residentes y corporaciones interesadas en explotar la ubicación estratégica del enclave.
El negocio del gas y los recursos naturales
Detrás de esta operación inmobiliaria se esconde un interés mayor: la explotación de los recursos naturales de la Franja. En el año 2000, Yasser Arafat anunció el descubrimiento del campo de gas Gaza Marine, una reserva que hasta la fecha no ha sido explotada debido al bloqueo israelí. Según la ONG Ecologistas en Acción, Naciones Unidas ha estimado que Palestina ha perdido miles de millones de dólares en recursos debido a la ocupación y el control israelí sobre su territorio.
La explotación de estos recursos ya ha comenzado en otras regiones palestinas. En Cisjordania, el yacimiento petrolero de Meged, con reservas estimadas en 1.500 millones de barriles, es explotado por Israel sin compensación alguna, en violación del derecho internacional.
El plan de relocalización y la resistencia internacional
Jared Kushner, yerno y exasesor de Trump, ha sido uno de los principales impulsores de esta estrategia. En un acto en la Universidad de Harvard, expresó abiertamente su visión: “El frente marítimo de Gaza podría ser muy valioso si la gente se enfocara en crear medios de vida. Desde el punto de vista de Israel, yo haría todo lo posible por sacar a la gente y limpiar el territorio”.
La propuesta se alinea con el plan revelado por Netanyahu en mayo de 2024, que incluye la creación de una “zona de libre comercio Gaza-Arish-Sderot”. Este megaproyecto inmobiliario, similar al desarrollado en NEOM, Arabia Saudita, busca transformar Gaza en un centro tecnológico y energético, con plataformas de extracción de petróleo en alta mar.
La comunidad internacional ha manifestado su rechazo a estas iniciativas. Naciones Unidas y diversas ONG han denunciado que la privatización de Gaza y la expulsión de su población violan el derecho internacional y refuerzan un modelo de ocupación basado en la explotación económica de un territorio devastado por la guerra.
Conclusión: ¿el fin de Palestina como nación?
Trump y su círculo de asesores han convertido la crisis humanitaria en Gaza en una oportunidad de negocio. Su visión rentística no solo ignora las resoluciones internacionales, sino que busca reconfigurar la región bajo un modelo privatizador que beneficia a las grandes corporaciones y a la élite política israelí. La lucha por la autodeterminación palestina enfrenta así una nueva amenaza: la desaparición de su territorio bajo el peso de la especulación inmobiliaria y los intereses energéticos globales.